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Rechazando los celos y las competencias ministeriales


En estos tiempos postreros en los cuales estamos viviendo, se ha metido en el pueblo de Dios, un espíritu de celo y competencia en los ministerios de la Iglesia, debemos de saber, que esos actos, actitudes, son del diablo y lo debemos de rechazar y echar fuera de nuestras vidas, si queremos estar aprobado delante de Dios (2 Timoteo 2:15).


Introducción.

Y vinieron a Juan y le dijeron: Rabí, mira que el que estaba contigo al otro lado del jordán, de quien tú diste testimonio, bautiza, y todos vienen a él. Juan 3:26 RVR60.

Los que vinieron a Juan, son sus discípulos, como lo presenta el versículo que le antecede a este, por consiguiente, el mensaje que le dieron a Juan el Bautista, lo considero de doble vertiente ¿Por qué? porque en realidad no se cual era la intención que tenían los discípulos de Juan con este mensaje, si traer celos, competencia, o llamarle la atención porque otro estaba haciendo lo mismo que él. Todo indica, que por el mensaje que le dieron a Juan, es un aditivo, para provocar celos y contienda, en una persona que ande en la carne y se deje llevar del orgullo.

Respondió Juan y dijo: No puede el hombre recibir nada, si no le fuere dado del cielo. Juan 3:27 RVR60.

Juan el bautista, presenta en este versículo una enseñanza para la Iglesia. Un cristiano que vea que otro hermano está haciendo milagros y prodigios ¿Cuál es la enseñanza? "No puede el hombre recibir nada, si no le fuere dado por Dios"  por tanto, si un hermano está siendo usado por Dios, con unción, profecía, palabra, sanidad y bendición, piénselo muy bien ¿nos vamos a levantar en contra del hermano? si es Dios que lo está utilizando, si nos levantamos en contra, tenemos un corazón orgulloso y eso es del diablo, tenemos que ir a la presencia de Dios y arrepentirnos y  echar fuera todo orgullo, celos, competencia y darle gracia a Dios por usar ese hermano (1 Co.3:5). Debemos de estar gozoso de que un hermano Dios lo esté bendiciendo y lo esté capacitando para la obra, porque esta guerra es con el diablo, no con el hermano.

Es necesario que él crezca, pero que yo mengue. Juan 3:30 RVR60.

Aquí vemos que Juan se despoja de todo orgullo personal y obedece a los mandamientos de Dios, con amor y humildad.

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