Habiendo entrado Jesús en Jericó, iba pasando por la ciudad. Y sucedió que un varón llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos, y rico, procuraba ver quién era Jesús; pero no podía a causa de la multitud, pues era pequeño de estatura. Y corriendo delante, subió a un árbol sicómoro para verle; porque había de pasar por allí. Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa. Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso. Lucas 19:1-6.
Para millones de personas en diferentes ciudades del mundo está ahora mismo entrado Jesús, como Zaqueo, jefe de los cobradores de impuestos de esa época, al parecer oyó hablar de Jesús y que este iba entrando al pueblo.
Los Judíos consideraban a Zaqueo un hombre traidor y pecador, pues cobraba impuesto de más para el Imperio Romano. Lo que se hablaba de Jesús, sus milagros, sus palabras y sus dones divinos, lograron tocar el corazón de Zaqueo e influir esa necesidad de poder ver a Jesús y por lo meno hablarle. Zaqueo no se dio por vencido al ver la multitud que le impedían que él pudiera ver a Jesús, aún con su impedimento de baja estatura, se esforzó y no se dio por vencido, al ver que no tenía oportunidad de que pudiera ver a Jesús, hizo un acto de fe, subirse a un árbol (sicómoro: grande y frondoso) desde el cual pudo ver, y Jesús le habló y le expreso que Él iba a visitar su casa.
Zaqueo fue tocado por el oír de Jesús, y se esforzó para lograr su objetivo, su condición de pecador, los que los Judíos decían de él, las oposiciones, no lo detuvieron, luchó y prevaleció hasta subir al árbol que le hizo ver a Jesús, y desde ese mismo instante su vida cambió.
Oración:
Dios mío, te pido me des fuerzas ante toda oposición, para yo subir al árbol como hizo Zaqueo y encontrarme con Jesús. Dios mío, te lo pido en el nombre de Jesús. Amen.
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