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Juan 3:16-18

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.

Jesús no vino hacer política

 La política, se define como una ciencia que se encarga de gobernar y organizar los asuntos administrativos y de poder de un estado. Debemos conocer que Jesús vivió en tiempo del Imperio Romano, el cual mantenía bajo su dominio al pueblo judío.

Jesús no vino hacer política y mucho menos a librar su pueblo del Imperio Romanos. Él vino para que a través de su obra en la cruz todo ser humano tenga la oportunidad de ser salvo. Ejemplo: 

El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. Juan 10:10.

Aquí Jesús enseña claramente a que fue que el vino a este mundo, para darnos vida y en abundancia. 

¿Qué es hacer política? es la de hacer cambiar la sociedad por medio de  instrumentos como las leyes y las decisiones, las cuales dejan mucho que decir por sus evidencias. Los asuntos de Dios, no se mezclan con la política, pues son más grande que la misma política.

Si vemos componentes de políticas en el Antiguo Testamento, es simplemente porque eran tiempos y contextos diferentes, en donde se tenía que buscar la dirección de Dios para elegir a un rey.

Jesús hizo una gran diferencia entre la política y los asuntos de Dios. Esto lo podemos encontrar en el siguiente versículo bíblico:

Le dijeron: De César. Y les dijo: Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. Mateo 22:21.

En este versículo conocemos que el cristiano debe de tener una separación de los asuntos de Dios con los asuntos de los gobernantes políticos. 

Las personas que dicen que Jesús vino a hacer política están muy equivocados, caen en el error de bienestar, de revolución, de ideas nuevas. Los asuntos de Dios, son espirituales, los asuntos de las políticas, son terrenales, proceden de filosofías de hombres. Ejemplo:

Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí. Juan 18:36.

El gobierno de Jesús, no es de este mundo y mucho menos se rige por políticas terrenales, pues es un gobierno celestial.

Si un cristiano participa en política o se le entrega un cargo público, debe de ser porque Dios así tiene un propósito determinado con esa persona y se lo ha revelado.

Escapemos de la política, pues sus ejecutores en su gran mayoría le sirven al maligno, solo cumplamos con el deber cívico, que es elegir el candidato que reúna las condiciones morales más aceptables en dirección a Dios.


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Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Romanos 10:9-10.