Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz. Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él. Entonces Pedro dijo a Jesús: Señor, bueno es para nosotros que estemos aquí; si quieres, hagamos aquí tres enramadas: una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías. Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd. Mateo 17:1-5 RVR60.
Tanto Moisés como Elías, ellos vivieron cada uno en un tiempo específico para cumplir un propósito de Dios destinado en ellos. Moisés y Elías, fueron profetas, la palabra de Dios estaba en sus bocas, ellos declaraban lo que Dios tenía que hablar a su pueblo.
Moisés y Elías ya cumplieron su misión en esta tierra, pero, Jesús que es el verbo de Dios, fue enviado a la tierra para salvar al hombre por su pecado, después de tres días resucitó (1Pedro3:21-22). Por tanto, desde que Jesús vino a la tierra, a darse a conocer como el Hijo de Dios, desde que Jesús, se dio en sacrificio vivo en la cruz ¿ a quien tenemos que oír? a Jesucristo, no a Moisés, no a Elías, ya ellos cumplieron sus misiones en la tierra. La intención de Pedro era carnal, no conocía todavía cual era el propósito de esa transfiguración. Cristo, es mucho mayor que Moisés y que Elías, Dios dice, que no comparte su gloria con nadie (Isaías 42:8).
El obrar en la carne y la falta de dirección, provocan, que el hombre haga cosas contrarias a los mandamientos de Dios, la voz de Dios, es Jesús, y para saber lo que el hombre tiene que hacer, a Jesús es quien debe de oír.
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