Juan 3:16-18
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.
ARREBATAMIENTO
En el Antiguo Testamento nos encontramos con
dos casos de personas arrebatadas a Dios: Enoc
(Gn. 5:24; He. 11:5) y Elías (2 R. 2:11), sin ver la
muerte.
En el Nuevo Testamento tenemos la promesa del
arrebatamiento de los de Cristo en Su venida.
Primero habrá la resurrección de los muertos «en
Cristo», y luego todos los creyentes vivos
entonces, juntamente con los santos acabados de
resucitar, serán arrebatados para recibir al Señor
en el aire (1 Ts. 4:16-17). Este hecho preliminar
de la venida del Señor es del mayor de los
intereses para la Iglesia, que recibe la instrucción
de esperar a su Señor (Tit. 2:11-14).
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Salvación
Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Romanos 10:9-10.
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