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Juan 3:16-18

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.

Nuestro abogado Jesús

Abogado es aquel que toma la causa de otro, así mismo Jesús toma nuestros pecados, nuestras cargas, nuestras dolencias y la hace suya.

Pero antes debemos de apelar, o sea recurrir a nuestro abogado que es Jesús, El cual es el defensor de todo aquel que le recibe en su corazón.

Vamos ha analizar esta predicación en (1Juan 2:1) donde dice:

" Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el padre, a Jesucristo el justo." 

Este versículo nos revela cuando dice ( y si alguno hubiere pecado) o sea que esta palabra es para el Cristiano, para el que ha recibido a Cristo y no es practicante del pecado, como la persona no convertida.

Esto no quiere decir que por que tenemos a Cristo podemos pecar, porque El nos defiende, esto es para el Cristiano que comete un pecado, no predeterminado, o sea no previamente analizado, pensando para actuar en consecuencia.

La palabra ( abogado tenemos para con el Padre) hace referencia tanto a Jesucristo como al Espíritu Santo, los cuales son nuestros abogados ante el Padre, El cual es el que dicta la sentencia para ser ejecutada justamente.

Si no has recibido a Jesucristo en tu vida, pues ya estás condenado, porque la cautividad del pecado está en ti.

Sed libre de la muerte, recibe la vida eterna creyendo en Jesús, como autor y consumador de la obra salvífica en la cruz para perdón de nuestros pecados amen.

Por: Domingo Cruz


 

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Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Romanos 10:9-10.