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Incienso extraño en el altar de Dios

En el libro de Éxodo en su capítulo 30, hace referencia a el altar y su reglamento,  las condiciones impuesta por Dios para tales fines.

No ofreceréis sobre él incienso extraño, ni holocausto, ni ofrenda; ni tampoco derramaréis sobre él libación. Éxodo 30:9.

El altar de Dios en el Antiguo Testamento se describe como una estructura sobre la que se ofrecían sacrificios a Dios. Tenemos que conocer, que el diablo y sus seguidores son imitadores de todas las cosas de Dios. De igual manera los paganos guiados por las tinieblas copiaron esa práctica del pueblo hebreo y sacrificaban en sus altares en honor a su dios. El enemigo de las almas siempre está buscando como puede pervertir, destruir, contaminar lo que es la consagración del hombre para con Dios. No obstante las tinieblas con astucia lleva al mismo altar de Dios contaminación para que de esa manera no se cumplan los propósitos de la obra de Dios.

(( No ofreceréis sobre él incienso extraño )) El incienso se hacía principalmente de la resina de un árbol de color blanco y era mezclado con el aceite que estaba consagrado para los sacerdotes. La palabra (extraño) tiene varios significado, tanto, en el lenguaje español como para el lenguaje hebreo: Que no pertenece a un grupo social, extranjero, ajeno, pagano. Cuando se ofrecía incienso extraño, significaba que algo estaba adulterado, mezclado, que era ajeno a lo consagrado para Dios. Tanto así, que la expresión (extraño) va más allá de simple composiciones, sino, que también, es extraño cualquier condición que tenga una persona para ofrecer sacrificios a Dios. 

Después de la obra salvadora de Cristo en la cruz, el altar lo llevamos en nuestros corazones para adorar a Dios, ese es el altar personal, hay otro altar, es el de la iglesia, en donde en unidad nos consagramos para Dios a través de Jesucristo. Tanto en la antigüedad como en la actualidad se puede dar el caso que se esté ofreciendo inciensos extraños, en los cuales se esté contaminando el altar. Dios demanda un incienso santo, consagrado únicamente para Él, sin mezcla, sin adulteración. Vallamos al altar de Dios que está en nuestro corazón y sino está acto para ofrecer sacrificio (alabanza) póngase a cuenta con Dios, arrepintiéndose de sus pecados ante que le salgo peor y luego lamentarse sin oportunidad alguna.

Vivimos en tiempos últimos, peligrosos, en los cuales debemos de estar en alerta y consagrandonos para Dios y poder distinguir del incienso santo y el incienso extraño.

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Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Romanos 10:9-10.