La ira o enojo, se produce cuando hay un desagrado, y muchas veces cuando hay malos entendidos, los cuales provocan injurias, las cuales se manifiesta con una ira interna que produce la violencia.
Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo,
27 ni deis lugar al diablo. Efesios 4:26-27.
<< Airaos >> Indica que por nuestra naturaleza humana caída, tendemos a airarnos, pero esta ira debe de ser controlada, sometida a lo que es el conocimiento de la palabra de Dios, porque en la ira podemos guardar rencor para con nuestros prójimos.
<< Pero no pequéis >> La ira muchas veces no la podemos evitar, pero lo que no podemos hacer es caer fruto de esa ira en pecado, que la ira no nos lleve a pecar. Cuando caemos en pecado, estamos en desobediencia ante Dios, estamos expuesto a que lleguen ataques de los demonios a nuestra vida, y causen estragos sino hay un arrepentimiento (Génesis 31:36).
<< No se ponga el sol sobre vuestro enojo >> Significa que si nos airamos, ese enojo no dure todo el día en contra de alguna persona, o por cualquier otra razón, porque en la ira del hombre no obra la Justicia de Dios (Santiago 1:20). Jesús indica que si una persona va ha ofrendar al altar, y allí se acuerda de que su hermano tiene algo con él, tiene que dejar allí delante del altar su ofrenda e ir a reconciliarse primero con su hermano (Mateo 5:23, 24).
<< Ni deís lugar al diablo >> La palabra (Lugar) se traduce como ( Primeramente, Oportunidad ) ¿Cómo le damos oportunidad al diablo? Cuando caemos en una ira sin control que nos lleva al pecado, le damos un espacio (Oportunidad) para que él actúe y pueda tentarnos, y sacudirnos como trigo (Lucas 22:31).
La ira también es producida por la envidia, la cual conduce hasta el homicidio (Génesis 4:5) al agravio (Génesis 27:44) conduce a la venganza (Génesis 49:6). La palabra de Dios indica que debemos de alejar, toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia (Efesios 4:31) ¿De que forma? Siendo buenos, compasivos, perdonando a nuestros prójimos como Dios nos perdonó en Cristo Jesús (Efesios 4:31). Cuando vivimos en santidad y obediencia, no hay oportunidad para los demonios en contra nuestra.
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