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La incredulidad, y la ceguera del hombre sin Cristo


En los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios. 2Corintios 4: 4 RVR60.

En este capítulo 4, el Apóstol Pablo hace una exposición de su ministerio (2Co. 4:1) dando ha conocer, las acciones del enemigo, también Pablo expresa  su anhelo de servicio a Cristo, sin desanimo, reconociendo su dependencia en Dios.

<< En los cuales el dios de este siglo >> Debemos de conocer que este mundo (Siglo) tiene su dios, y muchos son guiados por él, por la puerta ancha (Mateo 7:13) porque lo tienen como su dios, por sus practicas en el pecado (Efesios 2: 5) los cuales están muertos (En tinieblas).

<< Cegó el entendimiento de los incrédulos >> El hombre nace incrédulo, no creyendo que hay un Dios, justo y verdadero, y su vida camina en desobediencia, por consiguiente a esa incrédulidad del hombre, el diablo se aprovecha y la agrava aún más ¿De que forma? cegando, cerrando el entendimiento del hombre. Para cegar el entendimiento (Mente) del hombre, el diablo utiliza los gobernadores, potestades, y huestes de las tinieblas, para cerrar la mente del hombre, para el conocimiento de Dios, haciéndoles creer que están en la verdad, por medios de religiones, espiritualismo, satanismo, y filosofías engañadoras que la dirige Satanás.

<< Para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo >> La misión principal del enemigo, es que el hombre no reciba la luz, para que permanezca en tinieblas, y el no recibir la luz, es no conocer a Jesús, y si no conocemos al Hijo, no conocemos al Padre (Juan 14:6). Para que no resplandezca la luz de Cristo en el hombre, las huestes espirituales de maldad (Efesios 6:12) atacan el espíritu del hombre, para que cargan en el error (Isaías 19: 14) y mezclen los santo con lo profano, como hacen los líderes religiosos, de la sectas y religiones, las cuales son sinagogas de Satanás (Apocalipsis 2: 9). 

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Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Romanos 10:9-10.