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Juan 3:16-18

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.

La fe en el hombre, por la obra del Espíritu Santo de Dios


En este capítulo 2 de Gálatas, Pablo está anunciando lo que es el evangelio de Jesucristo, para los que lo reciben, no por invención humana, sino por revelación de Jesucristo (Gálatas 1:12).

Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y  se entregó a sí mismo por mí. Gálatas 2:20 RVR60.

<< Con Cristo estoy juntamente crucificado >> El apóstol Pablo está indicando que una vez recibió a Cristo en su corazón, comenzó a vivir una vida de rechazo a lo que es el pecado, a lo que es la contaminación (Gá.5:24)  y  que su vida se basaba en la obediencia para Cristo (Cantares 7:10).

<< Y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí >> El hombre arrepentido de corazón, ya no vive a su voluntad ¿Por qué? Porque el Espíritu Santo de Dios (Cristo) mora en su interior (1Co.6:17) y le da la capacidad para vivir para Dios (Ro.8:10).

<< Y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios >> La nueva vida del creyente, en un cuerpo corruptible, la vive por la fe que le fue dada por el Espíritu Santo de Dios ¿Para qué? Para que viva para Cristo (Fil.1:21).

<< El cual me amó y se entregó a sí mismo por mí >> El hombre pecador no reconoce que hay un Dios que  ama, sólo lo reconoce cuando se arrepiente de corazón, por el toque del Espíritu Santo de Dios, y sólo así reconoce que hay un Cristo que se dio así mismo por su pecado para librarlo de la condenación (Gá.1:20).


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Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Romanos 10:9-10.