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INFIERNO (CASTIGO ETERNO)


Esta expresión designa la suerte reservada a los no
arrepentidos en el mundo venidero (Mt. 25:46).
Un término más usado es «infierno» (del lat.:
«inferior»); este término aparece en la versión
Reina-Valera como traducción de «gehena».
Infierno está inspirado en Ef. 4:9 (Cristo
descendió a las partes más bajas de la tierra, esto
es, la morada de los muertos). No tenía en
principio el sentido que se le da comúnmente, y
que lo restringe al lugar de tormento, sino que
tenía un significado equivalente a «Seol».
  


(a) DESCRIPCIÓN.
¿Dónde hallamos una descripción bíblica del
castigo eterno? Entre muchos otros se pueden
citar:
La vergüenza y confusión perpetua (Dn. 12:2);
el fuego de la «gehena» (Mt. 18:9);
el fuego que no puede ser apagado (Mr. 9:43);
el horno de fuego (Mt. 13:41-42);
el lugar de lloro y del crujir de dientes (Mt.
22:13);
las tinieblas de afuera (Mt. 8:12);
el castigo del fuego eterno (Jud. 7);
el lago de fuego (Ap. 20:15), etc.
De todas estas expresiones se ve que el castigo
eterno es una horrenda realidad. Cierto es que se
emplean imágenes: fuego, tinieblas, gusanos,
llanto, crujir de dientes, etc. Las Escrituras nos
hablan en un lenguaje humano para damos una
idea del mundo venidero; pero la descripción que
hallamos en ellas es totalmente distinta de las
grotescas representaciones de la Edad Media.
La idea que domina a todos estos textos es que el
castigo eterno consiste en la separación de Dios,
con todas sus consecuencias: «Los cuales sufrirán
pena de eterna perdición, excluidos de la presencia
del Señor y de la gloria de su poder.» Sin
embargo, con respecto a las consecuencias de esta
exclusión, se tiene que recordar que el castigo
eterno caerá sobre la persona completa. Los
impíos sufrirán la pena del castigo eterno después
de la resurrección de sus cuerpos, por lo que es
erróneo insistir excesivamente en que las
imágenes anteriores son meros símbolos. Y se
tiene que recordar también que las imágenes,
símbolos, etc., se usan para expresar una realidad
más plena, no menos, que la que tienen los
símbolos mismos. Es evidente que las penas del
alma serán espirituales; pero no es menos cierto
que los impíos resucitados recibirán un castigo
que, adecuado a su medida de responsabilidad,
recaerá sobre la plenitud de su ser (Mt. 10:28).
¿Qué es la gehena? Este término es la
transcripción del término heb. «gé-Hinon», lugar
maldito donde ciertos israelitas y sus reyes infieles
habían quemado vivos a sus hijos e hijas en honor
de Moloc (2 R. 23:10). Parece que en época de
Cristo se quemaban allí las basuras de Jerusalén.
Jesús empleó el término de «gehena» para hablar
del fuego del infierno, de la manera que las
Escrituras usan en el mismo sentido los términos
de horno, de tinieblas, de azufre.
 


 (b) SUFRIMIENTO.
El sufrimiento del infierno. Los textos bíblicos
insisten mucho sobre la ignominia, el tormento, el
   llanto, el crujir de dientes, la tribulación, la
angustia, el sufrimiento que sufren los réprobos
(Dn. 12:2; Lc. 16:23-24; Mt. 13:42; Ro. 2:8-9;
Jud. 7). Y el apóstol Juan añade: «Y el humo de su
tormento sube por los siglos de los siglos. Y no
tienen reposo de día ni de noche... y serán
atormentados día y noche por los siglos de los
siglos» (Ap. 14:10-11; 20:10). ¿Cómo se pueden
imaginar tales sufrimientos, y especialmente cómo
se pueden conciliar con la concepción de un Dios
de amor? Señalemos en primer lugar que la
perdición será provocada precisamente por el
rechazo del amor de Dios; por otra parte el Señor
no habrá de hacer nada para atormentar a los que
no quisieron Su salvación, a excepción de
alejarlos de Sí (Mt. 25:41). ¿Acaso no dijo una vez
a los israelitas que, por su incredulidad, habían
rehusado entrar en la Tierra Prometida: «Y
conoceréis lo que es estar privados de mi
presencia»? (Nm. 14:34, Keil-Delitzsch).
(c) CUANTÍA.
El castigo será proporcional a la responsabilidad
individual de cada cual. Dios no es injusto, y cada
uno de los impíos será juzgado exactamente según
sus obras (Ap. 20:12-13; Ec. 12:1, 16; Mt. 12:36;
Ro. 2:16; Jud. 14-15).
La responsabilidad de los culpables será evaluada
según la luz recibida, y los que han pecado sin la
ley, sin la ley perecerán (Ro. 2:12).
Las ciudades que rechazaron las enseñanzas de
Cristo serán juzgadas con mucha mayor severidad
que Sodoma y Gomorra (Mt. 10:14-15; 11:20-24).
Unos serán azotados con pocos azotes, otros con
muchos azotes (Lc. 12:47-48); de la misma
manera que en el cielo habrá recompensas
proporcionadas a la obra de cada uno (1 Co. 3:8).
(d) DURACIÓN.
La duración del infierno. La Biblia asigna al
castigo de los impíos una duración eterna. En heb.,
como en gr., se emplean los mismos términos para
designar la vida eterna y el tormento eterno (Dn.
12:2; Mt. 25:46). Se trata de un fuego que no se
puede apagar, de un gusano que no muere (Mt.
3:12; Mr. 9:48). Ver también en otros pasajes el
uso del término eterno, en gr. «aionios» (Mr. 3:29;
2 Ts. 1:9; He. 6:2; Jud. 6, 7, 13). Este término
aparece 71 veces en el NT. Hay algunos que
piensan que solamente significa «de gran
duración, en relación con el siglo (aion)
venidero». Ahora bien, en 64 ocasiones eterno se
aplica a las gloriosas realidades sin fin del otro
mundo: Dios, el Espíritu, el Evangelio, la
salvación, la redención, la herencia, la gloria, el
   reino, la vida eterna, etc. Y esta misma palabra se
aplica 7 veces a la perdición. ¿No debe por ello
significar asimismo una realidad sin fin?
Hemos visto que en Apocalipsis se afirma que el
tormento se prolonga «por los siglos de los siglos»
(Ap. 14:11; 19:3; 20:10). Y también en el mismo
libro este término califica 10 veces la duración de
la existencia de Dios, de Su gloria, reino, y del
reino de los elegidos en el cielo (Ap. 1:6, 18;
11:15; 22:5, etc.). Ante tales declaraciones,
quedamos profundamente afligidos. Además, no
es posible dudar de la sabiduría, del amor, y de la
justicia de Dios. Un día, en Su presencia,
comprenderemos: «El juicio será vuelto a la
justicia, y en pos de ella irán todos los rectos de
corazón» (Sal. 94:15).
(e) ANIQUILACIÓN.
¿No serán aniquilados los impíos en el mundo
venidero? No es esto lo que muestran las
Escrituras, por cuanto su tormento no tiene fin.
Sin embargo, los partidarios del
«condicionalismo» afirman que, como Dios, «es el
único que tiene inmortalidad» (1 Ti. 6:16). Él
solamente la concede a aquellos que creen; a falta
de lo cual dejarían de existir. Ahora bien, es cierto
que sólo el Señor puede decir: «Yo soy la vida» y
que conocerle a Él es la vida eterna (Jn. 14:6;
17:3); esta vida verdadera sólo es comunicada al
creyente (Jn. 3:36; 1 Jn. 5:12). Pero la Biblia
enseña que la muerte espiritual, bien lejos de ser la
ausencia de existencia, es la separación de Dios, y
la privación de la única verdadera felicidad.
Adán y Eva fueron excluidos del Edén después de
su caída en base a Gn. 2:17; el hijo pródigo estaba
«muerto» en su alejamiento de su Padre (Lc. 15:24
cp 1 Ti. 5:6); los efesios lo habían estado en sus
delitos y pecados (Ef 2:1,5).
En cuanto a la muerte segunda que sigue al Juicio
Final no es la aniquilación sino el lago de fuego,
lugar de tormento eterno (Ap. 20:10; 21:8; 14:10-
11).
(f) TODOS SALVOS.
¿No serán todos salvados un día? Los
universalistas insisten en las palabras «todos» en
los siguientes textos: «Así como en Adán todos
mueren, también en Cristo todos serán
vivificados... para que Dios sea todo en todos» (1
Co. 15:22, 28; cp. Fil. 2:10-11; Ro. 11:32; Col.
1:20). Dicen ellos que el triunfo de Cristo no sería
completo si tan sólo una criatura escapara de Su
amor; un día, prosiguen, todos los pecadores, y el
mismo diablo, serán salvos, después de haber sido
purificados por el fuego del infierno (Stróter).
 Los   
textos bíblicos dicen algo muy distinto. Pablo
dice: «En Cristo todos serán vivificados... los que
son de Cristo en Su venida» (1 Co. 15:23). En
Cristo es la palabra clave. Los que están en Cristo
son los creyentes (Ro. 6:5-11, 23; 8:1; cp. Ef.
2:10; Col. 3:11). Es evidente que se está hablando
de todos los creyentes. Toda rodilla se doblará un
día ante el Señor; esto es, todos, incluyendo Sus
enemigos, se le someterán. Por otra parte, si los
sufrimientos de un fuego purificador salvara las
almas de los que han rechazado el evangelio aquí
y ahora, su redención no tendría lugar por la
sangre de Cristo. Y frente a esto cp. Sal. 49:8.
(g) PURGATORIO.
Doctrina católico romana del Purgatorio.
El Purgatorio es una ficción del catolicismo
romano. Todos los pasajes bíblicos que tratan del
más allá no presentan más que dos destinos:
el cielo y el infierno,
el camino ancho de la perdición y la puerta
estrecha de la vida (Mt. 7:13, 14),
la cizaña arrojada al horno y el trigo metido en el
granero celeste (Mt. 13:41-43, 49, 50),
las vírgenes insensatas son dejadas afuera y las
prudentes reciben entrada (Mt. 25:10, 11),
el servidor infiel es echado a las tinieblas de fuera
y el siervo fiel entra en el gozo de su señor (Mt.
13:21, 30),
los malditos van al fuego al castigo eterno, los
benditos a la vida eterna (Mt. 13:33-46),
el rico malvado va a los tormentos sin poder de
recibir ayuda alguna; y Lázaro va al seno de
Abraham (Lc. 16:22-23);
hay la resurrección para vergüenza y condenación
eterna, otra para vida eterna (Dn. 12:2; Jn. 5:29);
los impíos son arrojados al lago de fuego y de
azufre, y los elegidos entran en la Jerusalén
celestial (Ap. 21:1-4, 8).
Cristo murió diciendo: «¡Consumado es!» (Jn.
19:30). El hombre es justificado «gratuitamente
por Su gracia. ... por la fe sin las obras» (Ro. 3:23,
28).
No es, pues, el sufrimiento en un «purgatorio» lo
que expía el pecado ya abolido por la cruz (He.
9:26; 10:10, 17-18), y de los que solamente la
sangre de Cristo nos purifica enteramente (1 Jn.
1:7, 9).
(h) CÓMO ESCAPAR.
Cómo escapar al infierno.
Siendo que es tan horrendo el castigo en el mundo
venidero, nuestro principal interés debiera ser
evitarlo a todo precio. Este es también el deseo de
Dios para nosotros, y la condición que ha puesto 
 para ello es de lo más simple. Él ha dado a Su Hijo
unigénito, a fin de que todo aquel que crea en Él
no se pierda (Jn. 3:16). Todo el que oye Su
palabra y cree... tiene la vida eterna y no vendrá a
condenación, sino que ha pasado de muerte a vida
(Jn. 5:24). «El que quiera, tome del agua de la
vida gratuitamente» (Ap. 22:17). En suma, van al
infierno los que así lo quieren, y van al cielo los
que quieren.
Un día, Cristo lloró sobre Jerusalén diciendo:
«¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la
gallina junta a sus polluelos debajo de las alas, y
no quisiste!» (Mt. 23:37). Que sea de manera que
jamás nos haga a nosotros tal reproche.


 

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Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Romanos 10:9-10.